lunes, 4 de febrero de 2013

GALLINA COBARDE


Nunca he entendido por qué se utiliza el término “ser un gallina” para describir una persona cobarde. Si tienes mala suerte y el que te acusa es un graciosillo, hará un sonoro co-coc y aleteará vergonzosamente con los brazos.
El que cree que una gallina es un espíritu cobarde es que nunca ha intentado coger un huevo de debajo del plumífero animal. Te llevas algunos picotazos, un amago de infarto por la alharaca y la agitación de plumas, terminado con unas garras como cuchillas intentando arrancarte los ojos. A mi no me parece una actitud cobarde.
Aunque, vale sí, si se cuela en el gallinero un zorro y las mira como si fueran un pollo a l’ast, ellas huirán despavoridas. ¿Pero quién puede culparlas? Yo cuando un hombre me mira con deseo también huyo, pues  no puede ser más que un inspector de hacienda.
Recientemente, gracias a la forma de actuar de una persona cercana a mi, he descubierto el verdadero sentido del término “ser un gallina”. Siguiendo con la analogía animal, una gallina que pone un huevo (que es la parte difícil del proceso) y luego pretende que nazca el pollito sin incubarlo. Un pollito requiere para crecer: calor, mimo, que le den la vuelta de vez en cuando y lo protejan de la mano ladrona. Y no llegará a buen término sólo con la intervención del destino o de la divina providencia.
Cuando uno emprende un proyecto no sólo tiene que hacerlo en sí mismo, hay que cuidar los detalles, implicarse, dar lo mejor de uno mismo y perseverar. Es cierto que el camino está lleno de frustración, hastío, decepción y obstáculos, pero para eso existe el tesón.
No podemos hacer como la gallina cobarde que levanta el ala hacia el cielo y grita ¡¿por qué a mí?! Cuando ve que de los huevos de sus compañeras salen hermosos pollitos y del suyo no. Pero cuando se le pregunta por qué no lo ha incubado siempre tiene una excusa: que me dan calambres en las patas, que los huevos le producen alergia, etc…
Es triste ver a alguien  con capacidad para lograr grandes cosas, dejarse vencer por el temor o la vagancia y escudarse tras excusas para no llegar al final con sus proyectos. Pero así es el libre albedrío, somos seres dotados de la capacidad de elegir libremente cada una de nuestras acciones, para bien o para mal.

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