Esta festividad se remonta al siglo XIII, cuando la iglesia
temerosa de perder su hegemonía, instauró el Corpus como exaltación del
sacramento de la Eucaristía.
Una parte importante de esta festividad es “l’ou com balla”
(el huevo bailarín), se trata de adornar con flores una fuente y colocar un
huevo en el chorro de agua. El alegre vaivén del óvalo gallináceo, lo podemos
ver como un grácil baile.
El agua, el huevo y las flores, simbolizan de la fecundidad de la primavera,
en pleno apogeo en el momento de esta celebración.
Se suele hacer en claustros, patios y jardines de edificios emblemáticos, algunos de ellos habitualmente permanecer cerrados al público, así que es una buena ocasión para
descubrir nuevos rincones de la ciudad.
Si queréis información de todos los lugares en que podéis
disfrutar de esta festividad, pasaros por esta página:
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